Cuando llegué, empezó la ejecución de la traducción. Se trataba de “ponerse a escribir”. Se usaron fondos de barriles cuyo sedimento daba unos fondos interesantes, pelotas de cricket destrozadas, pintamos cantidad de metros en azul para “conseguir” agua y como bicicletas usamos…bicicletas reales de no sé que siglo. Empleamos miles de tapas y tapones de colores. Y mucho glue. (Durante un largo tiempo no pude usar la huella en el móvil porque no me reconocía).

El desafío fue importante, creativo, y apasionante. Era una continua improvisación y eso era lo interesante, hacer de las carencias soluciones de comunicación, arte en muchas ocasiones y bastante magia, lo que en la India, casi es lógico siendo un lugar donde el dialogo con los dioses es tan normal como en occidente mandar un wasap.