¿HAY VIDA POSTERIOR EN UNA OBRA EFÍMERA?

“Nuestro planeta es nuestro hogar y debemos actuar ahora”.

Eso es lo que piensa Anna Ferrer, presidenta de la FVF.

Anna está convencida de que las acciones cotidianas también son importantes: “Cualquier cosa que hagamos: reducir el uso de plástico, ahorrar agua, electricidad, servirá para marcar la diferencia. Salvar nuestro hogar debe ser una prioridad en nuestras vidas”. Por ello, una importante iniciativa creada por la FVF en la India se llama MANA BHOOMI, que en el idioma local (Telegu) significa ‘nuestra tierra’. Su objetivo es fomentar comunidades conscientes del medioambiente y promover un estilo de vida en armonía con la naturaleza.

La pregunta es: ¿estamos “matando” el planeta?. ¿Podemos aún detener esa locura?.

Para eso se pensó realizar un gran RANGOLI con un mensaje medioambiental. Un precioso esfuerzo colectivo, que tuve el privilegio y el honor de diseñar -por voluntad de la FVF y el proyecto MANA BHOOMI-, y para que todos pusieran su trozo de Élan vital.

  • ¡Pero duró sólo unas horas!, argumentareis muchos
  • Fue como un mensaje en una botella tirado al mar (una pérdida de tiempo)
  • ¡una cápsula del tiempo como tantas otras!.
  • ¡una pérdida de energía!

Las obras efímeras y más aún las de land art (aunque esta no se ajusta exactamente a esta categoría pero tiene algo de ella), poseen un efecto de catarsis en la colectividad. Y si se dan en una acto concreto centrado en un deseo positivo en aras del bienestar común y concurren con música, canto y la presencia de seres puros como los niños que rodeaban los círculos, eso es energía positiva. Pero esa es mi visión personal y nadie más tiene por qué compartirla.

Al finalizar el ordenado desmontaje se recuperaron elementos que han sido  rescatados: unos con fines didácticos (el Elefante “Trash to treasure” dibujado por Diana Bustamante y “vestido” por mi); (la dicotomía: “Mar sano-Mar muerto”, pintada por Ximo Canet); el punto de recogida de bombillas (perfectamente intacto e ideal como señalética);  o los árboles (inspirados en el “Arbre de Ciència” de Ramón Llull),  que dibujé para que los niños los intervinieran, dejándome absolutamente deslumbrado por su talento artístico y buen gusto. Eso y otras cosas han permanecido.

Aunque mucho más importante es que, en alguno de los presentes (posiblemente entre los más jóvenes), con ese pequeño gran gesto de aquella tarde, se le encendiera una luz, una conciencia…¡quien sabe!, un sueño lúcido para una mejor “MANA BHOOMI!”.