Como si fuera una conjunción astral y con la sincronía de una operación militar, el RANGOLI, por las características de climatología, tuvo que ser ensamblado en un campo de cricket de la “Anantapur Sport Academy”,puntualmente la misma mañana de su inauguración, con las partes prefabricadas durante las semanas previas y encajando los elementos complementarios.

En esa jornada de sprint, ayudaron todos los artistas y muchas personas que estaban en calidad de visitantes de la Fundación, que quisieron participar gentilmente. Todos ellos, con ese empujón definitivo -bajo un sol y una temperatura “de justicia”-, hicieron posible ese mensaje colectivo, casi una invocación a unas sociedades educadas en un comportamiento radicalmente distinto para con nuestros entornos que constituyen el legado que dejamos a las generaciones inmediatas.

Justo, bastante antes de la hora de la inauguración, llegaron un gran número de estudiantes de los distintos centros de la fundación: chicos y chicas, educados, joviales, elegantes (ellas con el tradicional Shari y ellos más deportivos e informales), que comenzaron a ocupar su lugar (“aparentemente” sin recibir orden alguna),  sentándose alrededor de todos y cada uno de los círculos del RANGOLI.

Al poco tiempo comenzaron a llegar el resto de personas invitadas: prensa, profesores y directivos de la FVF entre los que se encontraba el propio Moncho Ferrer, hijo de Vicente Ferrer y Anna Ferrer, Director de Programas del “Rural Developement Trust” (RDT), a quien me presentó la arquitecta Arancha Alvear, y con el que tuve el privilegio de departir.

Finalmente fueron llegando vehículos al campo de cricket, con el resto: artistas, visitantes y público en general. Sólo un coche accedió al recinto, y era la persona que todos estábamos esperando. Llegó con puntualidad y salió del automóvil con su empaque natural y su maravillosa sonrisa: Anna Ferrer

Aunque ya había hablado brevemente con ella y le había explicado el proyecto, fui identificado nuevamente como el artista del RANGOLI Ecológico, ahora que estábamos frente a él.

Fue especialmente cariñosa conmigo y muy meritorio que quisiera recorrer el amplio perímetro del diseño, interesándose por muchos detalles y haciendo preguntas muy pertinentes. Estoy seguro que hizo un esfuerzo físico importante caminando por un terreno irregular; pero no lo aparentó en ningún momento. Con una altura importante, no dio la impresión de tener problemas de movilidad. Aunque iba del brazo de una simpática asistente, parecía que esa persona sólo le llevaba la memoria que le entregué.

La actual presidenta de la FVF es brillante: posee una visión holística del mundo contemporáneo, plantea cada tema con la visión de un periodista (su profesión antes de casarse con Vicente Ferrer); tiene el aura de un líder carismático, aunque su humor y su mirada afectuosa, le hacen humilde y cercana.

Tras el recorrido, hubo espacio para unas voces y canciones venidas de Mallorca: la conocida soprano Pilar Riera dirigió a unos “cantaires” que pusieron un toque de universal mediterraneidad en el atardecer de la India. Posteriormente y tras unas palabras de Anna Ferrer hubo canciones por parte de los niños.

Luego, con el anochecer cayendo inmisericorde, el arte efímero -tras mucho sudor y trabajo-, desaparece; y habrá cumplido su misión si ha dejado huella con su mensaje,  en los espíritus y en el fondo de los corazones.

Así, siguiendo a los chicos y chicas -que llevaban la delantera-, todos procedimos a desmontar el RANGOLI, dejando todas las piezas en los lugares preparados. Debo confesar que con un poco de pena por un lado, al dejar ese maravilloso país, y por otro… alegría porque quedaba menos tiempo de encontrarme (aún a bastantes kilómetros y horas de vuelo), con mi mujer.